Nota; En El canto urbano, Rangel Domene nos deja una concepción integral de lo humano (demasiado humano, diría Nietzsche). Es un canto schilleriano de amor a la humanidad. Y que el autor nos explica en el proemio a su poema grandioso. Una convocatoria a la alegría, la paz, la convivencia para que prevalezca entre nosotros la fraternidad, la inteligencia y la
concordia. Este poema es un himno. Uno de sus versos reza: Yo quiero alzar mi voz enamorada. Darse a la lectura de El canto urbano es nadar desde mar adentro a la playa y caminar a las ciudades. Toda la obra de Rangel Domene nos lleva, verso a verso, prosa a prosa y canción a canción, por entre los  senderos de la vida para amarla como El amo a su esposa, a sus hijos, a sus amigos, a la vida.

Por el Periodista;
Álvaro Cepeda Neri
en ( Contralinea.com.mx )
***

***
La Universidad Autónoma de Nuevo León.
Departamento de Difusión Universitaria.
Monterrey,N.L. México 1975.

EL CANTO URBANO
Por Ernesto Rangel Domene.
con cuatro dibujos
de
Guillermo Ceniceros

*****

Contenido
PREFACIO
EL CANTO URBANO
I.-La estatua verde
II.-El Jardín solitario
III.-La soledad vencida
IV.-Horrores de la guerra
V.-Himno a la paz
VI.-Coro final
Nota bibliográfica por M.R.V.

P R E F A C I O

El poeta es un demiurgo, atendiendo al griego; demos -publico, y ergon -trabajo; propiamente el que trabaja para el publico. También el poeta es fundamentalmente un creador: La palabra griega poiesis significa creación, y uno de los sentidos del termino creación en filosofía , según Ferrater Mora. <> afirma Holderlin. Hago esta introducción para centrar el sentido de la creación de El Canto Urbano. Podríamos decir , con las debidas reservas, que es un poema sinfónico dentro de los limites que es racional hacer analogías, correspondencias o paralelismos entre música y poesía. Después de todo la poesía es hermana de la
música, y quien sabe si de verdad podamos distinguir claramente una de otra, salvo porque la primera usa a la palabra, que también es ritmo, sonido y armonía, y la segunda es lenguaje sonoro, simbólico y rítmico. Ambas expresan comunican, emocionan y significan. El Canto Urbano consta de seis partes, tres de las cuales tienen por escenario alas ciudades de Nueva York, Paris y México, con la inclusión de un poema sobre
los Horrores de la guerra, un himno a la paz, y un coro final. He estado trabajando en este poema, desde y después de mi estancia en las ciudades aludidas. A veces encuentro obsolescencias que transforman en nuevas y terribles realidades. Hice referencias a lo demiurgo del poema porque su publico es la población en
si, el publico como personaje, el citadino que es en la actualidad y por excelencia en quien se dan los problemas mas agudos de la civilización contemporánea. El campo ha pasado a segundo plano, no en importancia económica, principalmente en lo cultural. El bucolismo disminuye su fuerza ante la presencia y vigencia de la urbe contemporánea. Ademas el campo mismo se
industrializa, y en lo económico cada día requerirá¡ de menos gente adherida a su sistema. Digo que la gravedad en sentido físico, y en el patológico, de la dependencia de la especie apegada a la producción de la tierra se aligera, y la cultura pasa de lo idílico a lo urbano. Es entonces en el hombre urbano y en su desamparo y sobre todo en el orden de lo espiritual, y no en el campesino y en lo rural, donde se dan los fenómenos
representativos de la creatividad y destructividad actuales. Es dentro de este marco referencial que se sitúa lo demiurgico de El Canto Urbano. Su publico es principalmente, como se dijo, el citadino, que es a su vez personaje, y su escenografía la urbe, la gran ciudad; Nueva York, Paris, México, que son otros personajes, con una apelación final al mundo todo, al planeta tierra. Octavio Paz me proporciona una cita en su libro Conjunciones y Disyunciones ( pág 203.; Levi Strauss ) en torno a la «Sociedad sana» y a la supuesta superioridad de nuestra civilización. La mención es la siguiente: Conjunciones y Disyunciones. Octavio Paz tiene un ensayo La magia de la risa muy bello sobre las mascarillas sonrientes totonacas, que guarda relación con lo anterior, pero yo creo que el problema no es el de retornar al pasado, cosa imposible, y tendencia un tanto
persistente y cara al pensamiento de nuestro gran poeta. La historia continua y la maquina dialéctica no cesa de transformar las civilizaciones, y aun de  destruirlas, aspecto que conoce sobradamente Paz. Como lo explica Arnold J. Toynbee, ni la conquista ni la técnica son criterios validos para medir el
crecimiento de una civilización. El progreso es casi siempre de índole espiritual y no material, como lo fueron Grecia y Occidente, <>. Pienso aquí en las recientes ideas de planetarización. Nos orientamos según el mismo autor
hacia y , dentro de un marco que requiere el principio de que La
conciliación de ambos extremos es el equilibrio que buscan los hombres en la historia. La vida contemporánea ha hecho mas complejas, difíciles y vertiginosas esas relaciones. La anulación de una exaltación total de la otra, deshumaniza y enajena a la persona humana, al individuo, en aras de una abstracción colectiva que finalmente no se da sin la participación subjetiva y concreta de cada uno de los hombres; por contra, la libertad individual absoluta no existe y es una quimera destructiva del ser social que es el hombre. Vivimos en conflicto, en lucha por encontrar formulas que preserven la dignidad y la razón humanas en un medio donde los crecientes problemas demográficos, económicos y políticos imponen a la organización social y estatal un mayor esfuerzo de adaptación por
decisiones acertadas y justas, que tiendan a resolver problemas sociales, sin que aquellas lleven al individuo a tensiones que lo desgarran. La empresa es lamas difícil y hermosa de este mundo: buscar la felicidad en la libertad y solidaridad humana.
Es bueno recordar aquí unas bellas y justas palabras de José Gorostiza: «Yo creo que la rebeldía puede bien ser positiva. Y en relación con las consecuencias de los riesgos de posturas negativas y violentas, me place citar un hermoso poema de Pedro Garfias, no recogido en sus obras publicadas, y en el que alude de una manera patética a la eventualidad de una guerra mundial,
posibilidad que existe siempre, y mas ahora bajo el peligro de una destrucción total: Los arroyos trepaban y los ríos su curso remontaban, el mar abrió sus fauces y a todos devoraba. Todo volvía a su origen: esa gota era un niño ese pozo era un árbol esa loma mojada un pueblo bien poblado: La alarma llego tarde y Dios estaba llorando! y aunque el mismo poeta decía en otro poema inédito, que;

La soledad que uno busca

no se llama soledad

soledad es el vacío

que a uno le hacen los demás.

Yo creo, sin embargo, que la poesía es indestructible; esta imbricada en el ser del hombre, y ella existe y existirá aunque no se la escriba; esta viva en la alegría de los amantes; en la música del viento y de las estrellas: en cada brizna de «polvo enamorado», en la sangre y en la tragedia de la muerte,así como en la victoria del amor. vaya este canto pues, como un intento de señalar las fuerzas irracionales que tienden a destruirnos y una apelación a congregar los mejores valores del espíritu en la unidad del hombre de nuestros días, para que prevalezca entre nosotros la fraternidad, la inteligencia y la concordia.

ERNESTO RANGEL DOMENE . 1975. 

  I.- LA ESTATUA VERDE

This country of shrinking beauty
John F. Kennedy

MANHATTAN es un pez/ cautivo entre dos ríos./ las poderosas amarras de sus puentes/ le impiden escapar al Atlántico./ Broadway es una cicatriz/ en un rostro ordenado/ que atraviesa de pronto quebrando paralelas./ Por los parques de Nueva York/ los solteros solitarios encadenan a sus perros/ y se pasean sin
rumbo, meditando./ En el Brooklyn Bridge/ un hombre acaricia el cabello de una mujer/ mientras debajo/ el East River pasa lentamente hacia la mar./ Amor sobre los puentes, juventud./ Muy lejos, la Estatua de la Libertad.

El domingo/ las calles apacibles/ descansan de los hombres, de si mismas./ Rompe el silencio/ el jubilo de los marineros/ y un grupo de niñas/ que cantan y danzan solitarias.

Hay plazas de entusiasmo,/ mendigos de enorme barba blanca y ojos azules./ Norteamérica, ! que extraño ver mendigos!/ mujeres que gritan a los arboles,maldicen/ y hombres que se desploman muertos./ Muy pocos ven lo que sucede:/ en una misma banca bajo el sol benigno/ un negro, un niño, una mujer/ porque estamos en un país libre./ !Oh, Alabama! !Oh, Mississippi!/ Walt Whitman sonríe detrás de todo esto./ Lincoln también. Negro de Mississippi/ Negro de Alabama/ bajo el látigo/ tu abuelo recogía/ blanco algodón para los blancos/ bajo la tormenta/ tu padre fue a la guerra/ y perdió un brazo, la vida,/y ahora tu su hijo,/ no tiene un libro/ en una escuela donde se congela/ el llanto de los castigados,/ su hijo, que ha nacido para la libertad/ y no para el hocico de los perros/ ni para el agrio zumo de las tabernas.

Negro de Mississippi/ Negro de Alabama/ mira esa madeja de algodón sobre los cielos:/ A Dios le gustan las nubes!/ ¿Y acaso te escucha?/

No importa./ Vuélvete piedra en tu sito/ canta rio abajo/ por el viejo Missouri,/ rio arriba/ siéntate a cantar, lee la Biblia/ y bajo el brazo lleva la Constitución.

Negro de Harlem/ Negro de Birmingham/ rompe los platos, hunde las cacerolas/ di palabras obscuras, negras./ haz que el puritano/ se trague las palabras blancas,/ que nazcan negras magnolias/ y a las beatas incendia/ con el ascua soterrada de tu sangre./ Los que te odian/ me odian como hombre!

Toca tu tambor/ negro de Harlem/ negro de África/ negro de Arkansas/ negro de Virginia/ toca la campana de la libertad/ el alba llegara/ cuando no seas esclavo,/ porque no ha de ser si lo blanca/ la flor sobre la tierra!

Del leñador nervudo/ -pino libertado entre los pinos-/ los bosques de Kentucky -por la herida-/ conocieron sus brazos poderosos./ Sus inquietas pupilas/ hurgaron en los libros/ las verdades prohibidas,/ enamorado de las cabañas de
New Salem/ su amor crecía desde el pueblo/ con un olor a barro y aguas cristalinas/ su voz salvo murallas y fronteras/ y democrática en sonrisas/ quebró los cepos de la infamia/ para que convivieran el carbón y la harina/ y su sangre vertida sobre el mundo/ como los ríos volvía al mar, como la vida.

Deambulo entre los subterráneos, busco tu sonrisa/ y aturdida por el estrépito de los trenes la poesía se fuga al campo de Westchester/ en donde el aire es limpio/ y el
otoño/ pinta de oro, naranja y purpura el paisaje.

Alguna vez, sobre la esquina intransitada/ escuche las hermosas palabras de la infancia/ solitarias palabras, intocadas por el mundo/ como un aroma puro de azucenas/ y creí que eran palomas de paz invulnerable./ y sin embargo, la muerte
es animal/ sucia de babas y estertores.

Pero desde la raíz mas honda denunciamos/ las ciudades inhabitables/ pobladas de fantasmas/ de estridentes chillidos/ que brotan de las jaulas/ y surgen de los enormes gusanos bajo tierra,/ el escuadrón de los hombres de gabardina/ y movimientos de molusco,/ las uniformes masas grises/ ¡ millones de bocas y ceros que nos devoran!

A ti, hambrienta, insaciable Nada/ te denuncia el llanto de los hombres, el llanto/ que arranca tus mascaras de carnaval cansado./ Te dan un nombre, religión o guerra,/ inventamos ataduras/ ídolos donde sacrificar la sangre./ Hay Iglesias, bienestar, y asepsia de hospital,/ pero detrás de todo esto/canta un amor a la tierra y a sus frutos/ y un asombro de niña que descubre su sexo.

Nueva York/ campamento desmesurado/ encumbrada y encumbrante/ ¿ que tremendas estalactitas te forman/ entre el cielo y la tierra?/ Oh, muro absurdo ante mis ojos!/ Oh, muestrario de jardines prisioneros!/ Aire verde cielo aire espacio azul clamamos,/ mientras un arquitecto enajenado/ firma y arroja planos por las ventanas/ mapas y planos y proyectos/ y el cáncer sube hacia los cielos,/
incontenible figura/ acrecentada por las linfas de oro.

Norteamérica/ hemos olvidado vivir con formas bellas./ ¡Azul espacio aire cielo verde aire !/ El hombre al fin te abolir¡, urbe imposible,/ lo vaticina el viento augur de los presagios/ tu fuga de nómadas arrepentidos el domingo/ tus mudas caravanas/ que vuelven a sus madrigueras/ como largas serpientes luminosas.

A veces, bajo la cenicienta luna/ o entre las cortinas que bate el viento/ he visto el dolor en los ojos de Edgar Allan Poe/ a Frank Lloyd Wright que lloraba en una banca/ y bajo la constelación de su fantasía/ los he visto erguirse/como árboles de orgullo y de talento.

Junto a la miserable gente/ de los hoteles en decadencia/ prisionera de la vejez,/ cautiva en las cavernas húmedas del tedio/ si lo esperando morir/cualquier día lucido y alegre/ veo las joviales miradas de este pueblo./ Paseo entre la muchedumbre y los mercados/ por este perfecto y nítido Parque Central/ donde yacen jóvenes amantes/ en su mundo de hierba, besos y palabras,/ entre calles numeradas/ altos letreros que hacen guiados/ yermos surcos del ferrocarril/ triángulos, rectángulos/ y las matemáticas simetrías de Nueva York/ subo a la torre altísima del Imperio

Abajo/ el mundo/ minúsculo/ del hombre,/ en turbulentas mareas se retuerce/ con un amor a cuchilladas/ con implacables furias/ odiándose bajo sonrisas/ rio humano impaciente/ vitrina de ambición y de trofeos/ caudaloso de asombros y de sangre/ reptando entre gigantescos desfiladeros/ profundos barrancos a pico./ Desde la torre mas alta/ aquí lejano el tumulto!/ aquí silencio en la cumbre!/

Aquí donde corren las brumas/ o el aire puro es la navaja del olvido,/ la azada que separa la raíz de la tierra/ del gran amor que es la muerte/ los veo bajo la envidia y la ira/ ultrajando, mordiéndose, besándose,/ si, allá en el hondura/ se que el crimen volverá a suceder,/ mas también que/ en el pecho de los desterrados/ de los perseguidos y de los inocentes,/ de los que miran con sorpresa/ todo lo que nos pasa,/ en el pecho de los extrañados/ y en el de todos los jóvenes del mundo,/ el amor bate sus alas inmortales/ y el hombre busca/ la estatura de su sueño.

Desciendo al enjambre/ de zumbadores tábanos./ Los gigantes de cristal/ como los ojos de las moscas/ reproducen mil veces tu retrato,/ y vago por las calles de una ciudad/ dormida para los sueños,/ en donde se conjugan violines y motores/ ciegos, tiburones,/ sabios y sardinas/ desnudas -monjas- danzantes/ atonas campanas/ cegador aluminio, torres grisáceas/ ruidos de trastos y vasijas/ multitud trepidante/ huesos como espadas/ vientres y odres/ y risas de muchachas,/ parpadeo monótono, hollín y gasolina/ periódicos volantes/ el lloriqueo del acordeón/ que jadea un tango viejo,/ pedazos de conversaciones/ laminas estremecidas/ taconeo infinito/ voluptuosas caderas/ agrio trajean y comerciantes,/ sudor escurriendo por la acera/ cuerpos abrazados y abrasados/ maloliente vaho de perfumes/ y a veces, la mirada de unos ojos verdaderos./ Hombres risueños con bombin y puro/ ancianos pordioseros, perros vagabundos/ promiscua comunión/ alegría música vértigo nausea vómito,/ civilización/ mezquinas ilusiones, triunfos decepcionantes/ y por el rabo del ojo/ mujeres de breve, indiscreta espuma,/ todo junto a la cacería de las profesiones/ selva civilizada, pero selva,/ flores alucinantes, sucias monedas/ caridad y muerte/ hambrienta muerte/ llanto del pobre, llanto del rico/ amor puro del asesino/ perverso amor criminal/ agresivas miradas, escupitajos,/ hombres cobardes, hombres,/ borrachos hombres veloces/ comiendo de pie en los bares,/ llanto reprimido de los niños valientes/ orates contorsionándose/ junto al beso de los amantes/ sangre de los inocentes y de los culpables/ al fin sangre!

¿ Hasta donde?/ ¿Hasta donde hemos de llegar/ ciudad de anónimos puñales?/ Nueva York ciudad del hombre,/ ¿en donde esta la libertad?/ ¿es tan solo la extensión de mi cadena?/ ¿Hasta cuando conoceremos su victoria/ carne irredenta, gloria y miseria humana?/ ¿ Que va hacer la tierra con tantos mendigos?/ Mendigos de sol y de sonrisas/ miseros millonarios mendicantes/ manos manchadas de excremento/ ojos que no sospechan/ los ríos de lagrimas secretas/ y nunca han visto la luz gratuita/ en la mirada de los niños./ Yo pienso en los que jamas han sido/ besados tiernamente,/ ni sentido la ansiedad oculta/ de comprender y perdonarlo todo,/ y en los que no sufren/ el horrible deseo de morir/ de rabia y de vergüenza….

II.- EL JARDÍN SOLITARIO

Dans le vieux parc solitarie et glacé
Paul Verlaine

Paris tiene un retrato/ de una abuela loca que guillotinaba a la gente/ Paris/gris/ Paris duerme a sus niños/ bajo un sueño de bromuro y perros silenciosos,/ mientras la sangre de los vagabundos/ se congela junto al Sena…

Ah, Paris de grandes ojos otoñales !/ Por el bronce de tus castaños/tiemblan las niñas en los parques/ y hay un millón de ojos que te sueñan,/ manos que no te tocan./ Que difícil quererte/ bajo los dardos agudos de la lluvia/ junto a la torre/ donde cogidos de la mano/ los amantes se suicidan,/ los puentes y el rio donde se besan,/ la muerte/ como un golpe de viento helado/en las esquinas/ las manos del amor multiplicadas/ y los arboles,/ que extienden sus brazos y se aman/ por encima de los hombres,/ ¡ los arboles !

Aquí también las palomas,/ son pedazos de ternura inocente/ bajo la selva del metal,/ aquí también/ la soledad te sigue como un perro/ o un mendigo,/ basta salir a la calle/ para conocer la muerte/ descender a las cuevas aturdidas/ y respirar un humo denso,/ ver la multitud/ en largas colas de silencio y lluvia/ apacibles y numéricas/ refugiándose en los cines/ para beber una ración de olvido./ Basta salir a la calle/ para conocer el amor/ el amor feroz de los enamorados/ que se besan con furia/ como única vez/ por ultima vez/ y niegan al mundo en un abrazo,/ ¡oh, náufragos contra la soledad armados!

¡Ah, Paris de telaraña, chopos y palacios,/ setos cerebrales y hojas amarillas,/ lluvia de oro y canela del octubre!/ Hay que descubrir oculto/ en el teorema perfecto de tus jardines/ el amargo sombrero agujerado/ y todos esos pequeños y hermosos misterios/ de la joven que leía una carta, sonriendo./ En el parque de Luxemburgo,/ entre el orden de tus anémonas maniatadas/ alguien habla y llora solo/ mordiéndose los labios,/ y espera un año/ para gritar a gusto.

Paseo junto a los labios/ ovalados del puente;/ uno de piedra/ el otro/ agua que tiembla.

Junto a la columna de los castaños mutilados/ la histeria sin rienda de tus vehículos,/ la cotidiana asfixia en los furgones/ la instantánea de las estatuas lectoras/ la pobreza arracimada frente a los casinos/ los puñetazos de tu sonrisa cruel, irónica,/ la cal de los sepulcros/ y el gentío impaciente volcándose a codazos/ por puertas y ventanas,/ defendiendo su pequeña verdad personal,/ porque no debemos olvidarlo:/ ¡ en cada hoyo esta escondido un hombre/ bajo insospechadas trampas!

¡ Que difícil quererte/ en la polaridad de la tienda de perfumes/ y el urinario publico!/ ¡ Oh, terribles correspondencias/ del queso y los zapatos!/ ¡ Ay, atroces arañas de la axila!

Paris con gitanas y hechiceros/ y hierbas de ilusión para los miserables,/ En las orgías de las sectas delirantes/ tal vez sonríes por no llorar/ con un resabio de vómitos precoces.

Paris de grietas y de caries,/ casas húmedas y desdentadas,/ ¡ las vigas del insomnio apuntalan/ tu desmoronamiento!/ Pero yo quiero saber/ por que das a los niños lecciones de silencio,/ ¿Para matar al ruiseñor y al canto?

Después de diez siglos de polvo y de palabras/ en los comedores de las Condesas/ sus perros comen un pan tranquilo./ ¡Ay, nupcias y lechos condenables!

Y sin embargo,/ desde tus limos y milenios/ nacen tallos erguidos,/ la luz de tus claras palabras,/ tu vocación de universales cosas/ la esbeltez femenina entre tus bosques/ la elegancia irreprimible de tu paisaje,/ en el bosque de Bolonia/ ojos verdes y pulidas uñas…

Y yo recuerdo Montparnasse:/ el cielo que era un mar irreductible,/ tus rosados atardeceres a orillas de los cafés,/ tu gracia que se resiste/ mujer indócil,/ y se entrega a zarpazos/ lentamente/ el aguijón de tu veneno/ que luego es una droga deleitosa,/¡ oh verano de lenguas apacibles!

Bajo el Puente Nuevo/ fluentes aguas,/ y las hojas que caen/ giran / y caen,/ melancólicamente mecidas/ en la barca de un vals.

En San Germán de los Prados/ la juventud cantando/ bebiendo entre las palabras/ la policía gruñendo a tus espaldas/ comíamos castañas junto al silencio de la nieve,/ y una porción de amor y muerte./ Entre un olor de azúcar quemada y ron/ compartimos los deseos/ en las sórdidas esquinas de Pigalle,/ y al subir a la colina de Montmartre/ la ciudad dormía a nuestros pies/ fiera y domestica.

Pero mienten el vals y la canción./ Las prostitutas mueren bajo los hielos de Saint Denis/ y hay niños estrangulados por el Bosque./ (Sabemos que todo esto ruboriza/ a los que viven de condecoraciones,/ y a los lectores que solo se alimentan/ de crímenes y reinas…)/ Detrás del frívolo tío- vivo,/ de las
faldas volanderas,/ en la Plaza de la Bastilla/ y el Bar de los Cornudos,/ la danza confundida y el ruido de las copas,/ por encima del humo de los cafés/ y de los escaparates prohibidos,/ en las altas buhardillas de la vigilia,/ los jóvenes queman sus ojos,/ o sus labios.

Mientras Napoleón duerme/ bajo el porfido sangriento en los Inválidos/ y resucita en su torre vigía de Vendome,/ mas allá de las vestales de la Opera,/ señalábamos la espiga derrotada/ donde los portugueses y los Árabes/ levantan sus cabañas./ ¡ Oh lepra de los arrabales!/ (Pero en el Arco del Triunfo/ no figuran las derrotas). Para no beber el amargo veneno de tu soledad,/ te escribo estas palabras en Concordia./ ¿Para que habremos perdido los ojos/ que miraban las estrellas,/ con un temblor de asombro/ y de pregunta ingenua?/ Hoy nos asaltan panoramas
atroces,/ y un puñado de astillas y de escombros,/ ¿ Que fue del diario fulgor de la sonrisa?

Los negros se ríen aun a carcajadas/ como los americanos,/ como nuestra América/ que tiene la cabeza y los pies nevados/ y el corazón tropical.

¡ Oh, Lutecia !/ ¿ El sol franco y seguro/ murió con Luis XIV?/ ¿ Y el siglo XVI,/ el siglo XVII/ el siglo XVIII/ y el siglo XIX?/ ¡ Todos con bastón,/detrás del XX !

Paris, limpias tu rostro/ apenas ayer encarbonado,/ obstinada en la sombra/ y en el luto de tu cuerpo tumefacto/ sin querer enterrar a tus muertos/ Paris, ciudad de carne y hueso/ ajo, perfume y vino,/ desdibujada/ idéntica a ti misma,/ por un momento/ gálica/ romana/ gótica de gárgolas y diablos,/ rostro fugaz de abril en claridad multicolor/ veloz septiembre de maduras luces,/ vivimos bajo tus pálidas tormentas/ leyendo cartas amarillas y vetustos mapas,/ a la sombra de los museos/ a la luz diluida de anémicos candiles,/ bajo el aguacero neurótico,/ y el rubor mentido de la tuberculosis./ ¡ Pero la sangre mana
primaveras continuas/ y no hay termino para los ojos abiertos!

¡ Ah, múltiple olor de tus alcoholes !/ mentas verdes y frescas/ -pradera inglesa y fulgida esmeralda colombiana-/ joyas liquidas/ centellantes rubíes del vino/ ámbar en el cognac/ cobre y tabaco/ anís y limón de España,/ y el lujo bizarro de tus mercados/ con jabalíes, ciervos,/ y plumas de faisán,/ y el pan del día bajo el brazo,/ y el profano aroma de las pastelerías,/ y las naranjas del África/ soles diminutos,/ y el untuoso aguacate de Israel,/ y el irisado espectáculo/ de los pescados bretones,/ y ese mundo viscoso de caracoles/ y de mariscos cantábricos,/ y el grito de las sopas espesas/ en olores amarillos:/ ¡ todo para este pueblo/ regido por el vientre!/ ¿ Y la palabra Libertad/ y la palabra Igualdad/ y la palabra Fraternidad ?/ Como
palabras de aire/ que duermen bajo el musgo Tu no lo sabes/ pero he llorado a tus espaldas/ a veces cuando duermes/ o en un
mismo abrazo,/ por todas esas cosas/ alegres y sombrÃas:/ lo que ha callado el mar desde los siglos,/ lo que el poeta dice/ y otros escuchan que golpea a su puerta;/ quizá porque la noche esta llenas de fusiles/ y me asalta de pronto/ la soledad irreductible de mis cuatro paredes,/ o quizá porque nuestros hijos/ han de llegar cegados por la pólvora,/ y aun esperamos el tiempo/ en que las manos de la mujer/ no forjen balas, sino rosas.
Por las callejuelas adoquinadas de San Miguel/ he visto a Baudelaire del brazo de Poe,/ y a Apollinaire cantando sobre tu puente,/ Junto al gran rio de libros y paisajes/ los mendigos nos denuncian,/ arboles caídos enamorando a la tierra,/ buscando las palabras en un vino de pobres/ sentados en las aceras y los jardines,/ ¡ los mendigos que engañan con pan a las palomas/ y les dan muerte con martillos !

Bajo el Puente de Nuestra Señora/ fluentes aguas, y las hojas que caen/ giran/ y caen/ melancólicamente mecidas/ en la barca de un vals.

Paris,/ ¿ de que sirven tus flores y tu césped/ si los niños no pisan su verdura? ¿Para que un viejo recuerde lo que siempre se le olvida? Mas yo se que tus axiomas trituran sentimientos.

Paris/ gris/ Paris danzando/ de la tristeza/ a la euforia:/ un día con sol/ muchos de llanto..
Mas allá de sus hombros y mi brazo/ ocultos en el lago de Vincennes/ los ojos de la muerte nos veían/ en un cráneo de azúcar/ que un amigo de México me trajo,/ por encima de los hombros/ por el hueco de las cerraduras/ los ojos de
Descartes que nos espían,/ Montaigne con su pierna cruzada para siempre,/ y sus manos cruzadas para siempre,/ los labios de Voltaire que nos sonríen,/ el Mariscal Ney con su espada/ y el grito de su verde boca de bronce/ donde un día cantaban los gorriones.
Y después, tus ojos/ que se alegraban y ensombrecían,/ como los vitrales/ al paso de las nubes y los sueños.
Y encima de todo esto/ los días congestionados, entumidos/ los días que nos desbordan como insectos/ con su andanada de puños y pistones,/ el tiempo y el espacio fragmentados/ los días que nos crean y destruyen/ el tiempo desconcertado de los tiempos,/ el espacio en la lata de sardinas,/ cien mujeres
que sólo conozco por la espalda/ los pasos susurrantes en tropel de silencio/ la inquietud amenazada de los niños/ rostros usados, ropas gastadas, cuerpos maltratados,/ ¡ mierda! en las esquinas/ ¡ mierda ! en todas partes,/ el tren detenido/ a la misma hora, a la hora exacta/ paralitico/ los gestos y los labios del idiota/ murmurando palabras repetidas,/ sexos domados y alegría traicionada/voluntades cautivas y entusiasmos vencidos,/ todo bajo el narcótico/ donde ya no se sienten las espinas/ ni se ven las prisiones,/ ¡ todo esto para el hormiguero crepitante/ bajo negro manto! Mas hay un sueño de islas y de playas/ en el éxodo de los veranos,/ espuma de champagne/ y un poco de mar en nuestros labios,/ entonces el Faubourg es un villorrio/ que recuerda los escalofríos de María Antonieta,/ y el gótico silencio sale de las Iglesias/ donde se pudren las mujeres y las sillas.

!Oh, tu la mas bella/ ciudad del hombre !/ la mas cara mascara/ de todos y de nadie./ ¡ Cuantas veces los naipes de tus manos/ fingieron el vacío!/
Paris/ gris/ Paris bajo el Puente de San Miguel/ fluentes aguas/ y las hojas que caen/ giran/ y caen/ melancólicamente/ mecidas/ en la barca de un vals.
En la edad azul,/ ¡ para siempre perdida entre los números!/ cuando no existían las ligaduras/ había una dicha intacta,/ sin temor al tiempo./ Después, la vida es larga/ y el corazón no crece./ Un anhelo de asomarse a la mañana/ sin
el miedo de estar solo en la calle,/ desata los sueños al abrir la ventana. Porque no es posible seguir golpeando/ la cabeza de los niños, ni reclamar a Cristo la venganza,/ mejor la hiel, el agua sucia de las letrinas/ que pisotear los trigos y quebrantar las ramas,/ mejor olvidar el sol y la alegría/ que seguir derramando la sangre y preservar las ratas.
Mientras la tierra gira, lenta,/ mientras la noche y las estrellas callan/ junto al minuto de mandíbulas feroces,/ y el fruto que los hombres se arrebatan,/ yo quiero alzar mi voz enamorada/ tengo derecho a la palabra/ a mirar tras el muro,mas allá de las flores,/ a partir en dos mi alma,/ y compartir el pan, el vino, el llanto,/ y a ver cruzando por los cielos, una paloma blanca.
¡ Oh tu, la mas amarga ciudad de spleen!/ ¿ Para quien abres en idénticos balcones/ malignos hongos del tedio,/ las plantas venenosas y carnívoras del aburrimiento?./ Te canto aquí donde ignoramos la flor del sur,/ y el mar de llamaradas y de cantos.
(En la mesa de Madame Leroux,/ continuaban comiéndose las hormigas en chocolate/ y las crestas de los gallos…)
La soledad abre una herida/ de interminable desgarradura./ Solo, entre la muchedumbre sola/ necesito tus ojos para verme./ Los arboles cogidos de la mano/ se pasean por las calles de esta ciudad maldita y bella,/ cuando sorprendo en el espejo pasar mi juventud./ Llega la noche y nos odiamos/ con un rencor
codicioso de garras neurastenicas/ con la avaricia y el amor/ de las enredaderas trepadoras, ¡ oh Paris!/ nadie quiere ser nuestro hermano/ junto al precipicio,/ ¡ y en mi se abren las heridas de los hombres!/ Aquí donde somos culpables por principio/ donde los viejos son mas tristes,/ y hay niños serios, serios,/ ¡ ciudadano!/ aquí donde también nos han convertido/ en topos
tragamonedas/ siente tus manos, toca tu cuerpo,/ descubre tus ojos y tus labios,/ desde el otro anden una mujer te mira,/ solo te deja su sonrisa/ entre los trenes contrarios/ ¡ay, fuga de rostros diluidos!/ ama a los seres/ atraves de sus mascaras/ a las mujeres sin palabras/ hechas de claros cuerpos y
sangre luminosa,/ ángeles de carne cruzan por tus ojos,/ con la tensa piel del tambor y la manzana,/ cabellos negros rojos rubios/ ángeles de carnes apretadas como el pan/ sonrosados labios/ ojos de un vino fuerte y dulce/ negras cerezas
relucientes/ muelles leopardos de fuego y luz/ que escalan elásticamente los pasillos,/ flotando por las riberas del Sena y sus castaños,/ pero también ¡ángeles de humo y sueño/ estatuas de blanca ceniza/ que al mínimo soplo del suspiro/ se deshacen.
Bajo el Puente María/ fluentes aguas,/ y las hojas que caen/ giran y caen/ melancólicamente mecidas/ en la barca de un vals.
¡Mas la sonrisa es la libertad del mundo!/ ¡ La libertad esta en nosotros,/ nace con nuestra sangre hecha palabra,/ crece de nuestras manos con el día/ y muere por nosotros! ¡ Alegría !
Por ella se que no somos asesinos del llanto/ estatuas degolladas,/ pozo que se traga las palabras,/ por ella me duele aun hasta los huesos/ la mirada de los hombres.
¡Si, esta es nuestra carne y nuestros labios,/ puros son, y nada podemos contra ellos!/ ¿ Que otra cosa es la palabra/ sino la plaza y el encuentro,/ el capotazo para entretener a la muerte?/ ¿ Y no sera¡ la muerte la que nos hace sonreír,/ y nos obliga a beber/ esta agridulce copa que es la vida?/ ¿ No sera la vida una palabra de la muerte?/ ¡ Ciudadano, / todo lo que nos anonada y nos olvida/ lo maldigo,/ para encontrar el ser, nuestra palabra,/ el nombre y tu palabra!
Para no beber el amargo veneno de la soledad/ te escribo un canto urbano,/ yo te defiendo a dentelladas, amor mio,/ todos los días me bato por tus nombres,/ vuelve a nacer el alba entre mis dedos/ la flor que al viento se deshoja,/ cada segundo siento el espanto de perderte/ la dicha de reconquistarte./ Nuestras manos levantan/ diariamente tus banderas, Poesía,/ ¡ hidra multiplicante de cabezas,/ no te pueden matar cielo ni tierra!
Y un día en que todos los capullos/ esperaban la señal,/ después del beso bajo el muérdago,/ un día largamente soñado por los hombres,/ un día que llego vestido con todos los colores,/ Paris/ ramo de flores…¡ Alegría !
En el parque de Montsouris/ tu cuerpo y la primavera/ vibran a un tiempo,/ esta tu pecho acompasado/ a la respiración del bosque,/ en la copa de los castaños/ hay palomas perseguidas/ y una mujer indica a un niño/ su fuga por el viento,/ entre la verde sombra de los senderos/ los amantes se toman de la mano/ y cubren sus cuerpos de señales,/ hay un acorde entre el pulso de la savia/ y tu corazón alegre,/ un eco en tu voz/ que corresponde al trino de las aves veloces;/ en torno a la humedad del estanque/ y a la armonía circular del prado,/ sientes que tu sangre fluye,/ y tiene el ritmo silencioso de un astro…
¡ Alegría !

III.- LA SOLEDAD VENCIDA
Voz del pueblo, lengua de los escogidos,
Palabra del solitario.

Octavio Paz.

Bajo la alta noche azul te contemplo/ cascada de oro del incendio, alto chopo de la luz/ árbol de estrellas refulgentes, giratorias/ ave de entusiasmos y fallidos vuelos/ sauce de ascuas verdes, blancas, rojas./ Vuelvo a ti México mio/ con una nueva canción en la garganta/ para tus viejas piedras con olor a
siglos/ tu musgo y mariposas milenarias/ para tus torres labradas, campanas de libertad/ torres de cristal para tus fabricas/ con obreros que sueñan y trabajan/ para la mariguana de los demagogos/ tus rosas puras y abriles espontáneos/ el grito desgarrado y las guitarras/ para el barro de tus
cántaros, tu mies acrecentada/ los motores impacientes, tus lagos muertos,/ una canción para tu ser contradictorio/ para tu tiempo y espacio dislocados/ para la ebria alegría de tus mentiras/ tus mitos, gestos y palabras mágicas/ para
tus actos poderosos y temibles/ tu trémula corteza destructora de Ángeles/ volcanes dormidos, sorprendentes/ para ti Patria mía, refinada y salvaje/ en mi retorno canto/ frente a tu múltiple muerte y nacimientos./ Te ofrendo estas palabras confiadas/ que sacrifico ante tu piedra antigua, cíclica,/ bajo el sol
y tus dioses, feroces o benévolos,/ regreso con el árbol florido, del jardín del oeste,/ México, enjambre mestizo que adora sus espejos.
Solo en mi habitación/ pienso y escribo, fumo, sueño y escribo./ Afuera la noche de estrellas silenciosas/ canta su inaudita canción fosforescente,/ la noche de pedernales encendidos/ mariposa de obsidiana,/ la noche de manos temblorosas y copulas frenéticas/ la noche de los gatos y de los alaridos/ la
noche de putas, beoda, astrosa,/ la noche que culmina con el alba sangrienta,/ la triste noche de nuestros abuelos/ proscritos, repudiados:

Plumas flores piedras preciosas/ tigres ojos enjoyados lanzas/ calaveras serpientes atabales/ flautas flechas escudos y danzantes/ mariposas caracoles rayos cantos/ aves jardines cascabeles príncipes/ sonajas y mazorcas aromas y
collares/ nieblas soles muerte licores y combates/ ciervos puñales corazones dioses/ oro tumbas agua hongos humo/ guerreros templos banderolas/ abuelos tronos faisanes y poetas/ águilas y llanto cañas guerra/ tortugas y trompetas doncellas y pulseras/ macanas greda sauces lagos/ pedernales corolas jade
colibrí/ dardos espadas venenos y obsidiana/ acacias valles y montañas/ ciudades turquesas frutos y zenzontles/ esclavos cactus tamboriles y tristezas/ sartales joyeles guijas y rocío/ cazadores timbales arcos y canales/ patio ánforas cabañas jarros/ festines sacrificios prisioneros/ juncias orfandad
terror misterio/ esmeraldas magueyes garzas y quetzales/ ritos lluvia vida/ descorazonados hombres/ pintadas colas amarillas tunas/ tordos guirnaldas hechiceros/ multicolores abanicos/ sortilegios cerbatanas/ presagios sangre
Anáhuac…
Danzan en catedral los matachines/ danzan con monótona danza/ danzan en la Basílica/ rememoran dioses vencidos, escamoteados,/ son otros ritos y es otro incienso/ los matachines danzan infatigables/ el pasado cierra sus puertas/ y el
futuro es insegura boca./ Los campanarios -lenguas de olvido-/ desde la altura callan, imperiales contemplan. Tenochtitlán, Tenochtitlán/ no te escucho Coatlicue./ ¿ Que fue de tu grandeza
y de tus dioses?/ El corazón de las doncellas/ la sangre de los guerreros/ la región de los muertos, las guerras floridas,/ todo ese reino de mariposas y tigres,/ la tinta negra y roja,/ la poesía de las flores, tus mascaras sonrientes/ tus dobles divinidades, la flor y el canto/ el rocío delicado del llanto, los vientos y mareas/ y la entereza del héroe,/ -a fuego y sangre tus águilas y tigres-/ Tenochtitlán, no te valieron./ El sol, tu aliado, te recuso en silencioy contempló tu violación y muerte:/ el sol resplandecía en los escudos enemigos/ y cegó la pólvora y sus negras palabras,/ a ti, que desdeñaste el oro.

Bajo el árbol roto de Azcapotzalco/ he visto a Malinal y a Hernando/ buscar su tumba y monumento, van por Tlalocan/ buscan su tálamo perenne, cantan a Xochipilli/ van de la mano por reforma,/ seguidos de colibríes y mariposas/ bajo
la noche triste de amor y guerras/ flores de guerra, flores del canto/ rubio y morena celebran la primavera de Xochiquetzal/ junto a las pálidas hortensias, turquesa y nácar/ los troncos negros y el verde prado/ al fondo fuentes de gasa y ámbar, ¡oh, agua en llamas!/ unen labios azules y arcillas rojas/ en una
sola llamarada y un solo rostro/ de acero y bronce, ¡oh, agua en llamas!
Voy por tus avenidas, tus paseos./ Pensar que entre tus arboles / este muriendo un ave/ y yo no pueda oírla,/ sentir que cerca, sin encontrarse/ hay corazones que tienen preso/ todo un cántico de espumas,/ y que hay heridas gritando en todas partes,/ que siempre, sin descanso, en mínima soledad/ hurgan la tierra
hormigas extraviadas/ con su bandera verde o pan minúsculo/ -su diminuta hostia vegetal-/ y que detrás de cada hora/ hay siempre alguien esperando.
¡Mas que pequeña mi voz/ y la voz de los hombres/ y todas las voces del mundo!
Plaza de la Constitución/ un vuelo de palomas recientes/ ¡oh, animales lascivos y fulgurantes!/ cruzan las torres impasibles de la Catedral./ Aquí mismo, debajo de esta inmensa lapida sin fechas/ yace un pueblo muerto, perduran cráneos de cristal/ se pudren cráneos y cántaros aztecas,/ aquí en el zocalo rige otra vida/ pule esta piedra antigua un pueblo nuevo/ con otras
danzas y otros ritos.
La violencia -hijos de ella al fin-/ como una nube roja, tempestad de fuego/ sol iracundo y desmedido/ como un vaso de sangre/ cae sobre nuestros ojos/ acero liquido,/ surge de nuestras manos/ un gélido relámpago de espadas/ beso mortal
de yugulares rotas/ de fuentes desoladas/ brillan al sol los ternos
deslumbrantes/ los cascos, los escudos/ el corazón de las granadas/ las policromas plumas, los ayes,/ y sobre la roca inconmovible/ un manantial de sangre renace en Tlaltelolco./ Huitzilopochtli sacia su sed antigua./ El bebedor
nocturno, bebe sangre bajo las estrellas.
Y hay que volver a enderezar los mapas/ repreguntarnos por el hombre./ ¿Que es, quien es el hombre?/ ¿ Hombre canasta, bestia de carga y sufrimiento/ o ser en donde nacen alas infinitas?
Hubo un tiempo en que las balas/ poblaron los aires -golondrinas que jamas volvieron-/ porque hallaron su nido/ en el corazón de los hombres./ Los ojos, ciegos, se congelaron,/ frio de cobra en nuestra piel/ calcinante invierno,/ un tiempo en que el amor/ fue la paloma barbara y desterrada./ Ahora reúno estas
desnudas palabras/ para el oído de los hombres muertos/ que se fueron contemplando el cielo,/ por todas las cosas que gimen, sufren y cantan/ por el terror de los ángeles -pájaros disecados-/ que no viven, pero tampoco mueren,/contra los alfileres del coleccionista/ que perfora las mariposas/ y convierte
la vida en fotografías,/ por el pétreo rugido del león/ las caricias
desconocidas/ los besos olvidados y el llanto sin memoria,/ ¡ y por todas las pequeñas, heroicas hidalguías del amor/ y sus mil resurrecciones diarias!

Porque este segundo es nuestro, amada,/ dame tu beso incandesente/ y olvida los adjetivos del paisaje/ olvida los relojes, coléricas pirañas/ y dame intacto  el regalo de tu cuerpo sonriente,/ ¡ aun hay tiempo para morir soñando!/ Deja que a nuestro lado pasen los caballos… Continuara…( 78 )