La primera pregunta es; ¿Porqué complicidad ?

Nos encontramos viviendo un mundo de barbarie, «La marginación y el calificativo de barbarie están estrechamente relacionados, una justifica la otra. El calificativo de barbarie parte de la supuesta incapacidad de un hombre o grupo de hombres para expresarse correctamente en una lengua que no es la propia, de la incapacidad para expresarse en forma semejante al lenguaje considerado como magistral. Y lo que se hace valer respecto al lenguaje, se hace valer igualmente para otras expresiones de lo humano, lo somático y lo social. Para Aristóteles, decíamos, eran entes carentes de plena razón y por ello inferiores los niños, las mujeres y los esclavos, esto es, menos humanos que los varones, griegos y adultos. Se discrimina. margina y domina a seres humanos que, en alguna forma, son distintos por la edad, el sexo, la lengua y el cuerpo.

Esto es, porque no son copia exacta de sus jueces. «Si no eres exactamente como yo, no eres mi semejante y, al no serlo, no eres plenamente hombre». Como tampoco tus expresiones son expresiones de lo auténticamente humano que es lo blanco, occidental y cristiano en Europa; como lo es el WASP (blanco, anglosajón y puritano) en los Estados Unidos. Esto es, lo que distingue a unos hombres y pueblos del resto de la humanidad. Se castiga marginando y dominando a quien es distinto, peculiar, a quien posee una individualidad y no otras» * (Autobiografía de Leopoldo Zea, 1988). En una sociedad universal que deambula errante y goliarda en busca de alegorías exaltadas, sumergiéndose en las utopías que en otros tiempos traicionaron a tantas generaciones, y todos somos cómplices, o como dijo el escritor y periodista Francés, Jean Daniel,Galardonado en Comunicación y Humanidades 2004 por la prestigiosa «Fundación Príncipe de Asturias»; -tras la perdida de las ideologías nos hemos refugiado en la moral de la investigación, esta es sociedad de la exhibición y de la delación sobre la vida privada. Después de la caída del muro de Berlin, la  humanidad pensó que iba a recuperar, junto con la libertad, una comunión intelectual y una comunidad de destino. La gran idea de entonces, que sigue siendo hoy la misma, era conciliar a universalidad de los valores con la diversidad de las culturas. Creíamos en una -tierra-patria- para ciudadanos del mundo en una aldea planetaria.

Era el fin de los nacionalismos y de la lucha de clases. Era el fin de las ideologías que funcionaban como religiones. Desafortunadamente, muy pronto, tuvimos que desengañarnos y asistimos al proceso exactamente inverso. Ahora sabemos que cuando los imperios retroceden, las etnias avanzan y también sabemos que las religiones, por su parte, pueden funcionar como ideológicas.

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EL CÓMPLICE

«Me crucifican y yo debo ser la cruz y los clavos.
Me tienden la copa y yo debo ser la cicuta.
Me engañan y yo debo ser la mentira.
Me incendian y yo debo ser el infierno.

Debo alabar y agradecer cada instante del tiempo.
Mi alimento es todas las cosas.
El peso preciso del universo, la humillación, el jubilo.

Debo justificar lo que me hiere. Soy el poeta.

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LOS DONES

«Le fue dada la música invisible
que es don del tiempo y en el tiempo cesa:
Le fue dada la trágica belleza,
le fue dado el amor, cosa terrible

Y un cuerpo para andar entre los hombres.
Fue digno del sabor de cada día;
tales su historia, que es también la mía.

*Jorge Luis Borges
( 1899 – 1986 )

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