En esta constante de la literatura mexicana, se incluye desde hoy el poema de Ernesto Rangel Domene Rapsodia del Nuevo Reyno de León.

Prologo que para esta primera edición, escribió:

Rapsodia del Nuevo Reyno de León.

El termino rapsodia evoca la música, invoca el canto, nos acerca al pueblo y exalta a la tierra en que este se ampara. El Nuevo Reyno de León y su continuación histórico- político – administrativa, el Estado de Nuevo León , recibe en este 1989, de Alfonso Reyes, un poema en tono mayor, la Rapsodia del Nuevo Reyno de León. El rapsoda autor de la generosa composición -palabra y cantar-, el poeta Ernesto Rangel Domene, acometió tan difícil empresa, concluyéndose felizmente en un poema que se extendió por algo mas de quinientos setenta versos (573) tridecasilabos o trecisilábicos, que de ambas maneras he leído que se llaman los versos de trece silabas. El tridecasílabo no es un intruso; frecuentado desde Gnógora hasta González Martínez, alcanza sus mejores días en la poesía del modernismo. Es un verso de arte mayor formado por dos hemistiquios forzosamente desiguales y con variada distribución de acentos.

Pese a los anteriores renglones, esta no es la ocación de analizar técnicamente el poema de Ernesto Rangel Domene, ni de imponer a tan compleja e interesante obra el código de la preceptiva tradicional, ni de investigar si los quinientos setenta y tridecasílabos rimados pasan la aduana de la erudición que legaliza. Ademas, es mi convicción que, con todo el respeto que las reglas de la «gaya ciencia» merecen, un poema vale, sobre todo, por la naturalidad del pensamiento que lo nutre, la fluidez con que nos llega la emoción del asunto, la galanura de la expresión, el perfecto enlace de unos versos con otros y de unas estrofas con su compañía; gozamos un poema por el acuerdo entre lo que dice y la forma que se emplea para decirlo; por el ritmo y el impulso interno que lo genera; amamos el verso por los sorprendentes juegos de signos y sones. Juzgamos bueno el poema cuando nos transporta gratuitamente al campo en que la realidad y su imagen intercambian funciones; si nos va bien nos acomodamos intelectualmente a ambas situaciones y disfrutamos de una y otra en rotaciones mentales constantes.

Nuevo León ha llenado los sentidos del poeta; Ernesto Rangel Domene no ha dejado un palmo de tierra sin hollar, un hilo de historia sin prender, una flor sin revivir, un nombre ilustre sin decorar; los ojos del poeta se han colmado de color y vida. Su palabra, bella por clara y por humana, se muere por ser himno,visión y esperanza.

La Rapsodia del Nuevo Reyno de León se compone de diez cantos, diez odas irregulares entre si por su libre cantidad; estos diez cantos conjuntan lo que podríamos llamar un decálogo de amor.

El conjunto es armonioso al mismo tiempo que apasionado. Aquí no hay subterfugios ni recovecos mentales. Los adjetivos siempre claros y definidores se aplican a cosas concretas o a ideas que vienen de cosas concretas, tangibles y que afectan directamente a nuestra sensibilidad.
El primer canto de la Rapsodia me parece una vista panorámica del territorio físico y del poético. El segundo es como un alto en el camino. Descansamos y tomamos acercamientos;
Santiago, Allende, Terán, Montemorelos feraces tierras y amplios cielos.
El tercero es un aromático e incitante recital gastronómico, propio en exclusiva de poetas como don Alfonso Reyes o Ernesto Rangel, que, a la precisión del verso, unen su cordial tributo a la cultura culinaria.
Y así el cuarto y el quinto y los demás, hasta el décimo canto. El poeta y la tierra se dicen su reciproco amor. Hay piedras que dejan ver el pasado del Reyno; en la noche brillan ricos y codiciados minerales, se adivina la sombra del nogal, las casas de los hombres huelen a pan y la cordillera vela por sus hijos, los campos y las gentes. A veces, el poeta, tal como hizo el Cid al salir de Vivar, vuelve la vista hacia las tierras que deja atrás al andar. Ve el poeta, de los sus ojos fuertemente llorando: pueblos que se nos mueren sin exequias, y ahora están las tierras secas sin ganados, sombríos y antiguos graneros abandonados, y hay calles desiertas de agrietadas baldosas pueblos que el tiempo evita o donde se remansa en el recuerdo de otras épocas gloriosas, De cuando en cuando el poeta reposa su visión en los «ojos imposibles» de las muchachas o se extasía con el olor a frutas que el cuarto despide o tamborilea con sus plantas sobre la tierra, para seguir una danza. Pájaros y nidos, mezquites y huizaches, barro y sol, inefables florecillas, ortos nacarados y ponientes rojos, la placita con sol y el nuevo amor en la plaza, todo cabe en el corazón del poeta, todo es materia para el fuego del arte. Animales, plantas y criaturas humanas pueblan el monte y el llano. El poeta repasa el nombre de cada hombre y halla que el hombre de Nuevo León es «hombre en libertad sin que su voz se acalle, y «nunca fue» pueblo en desbandada ni de miedo.El poeta habla de si mismo con discreción espontánea. Se apoya en cuatro mágicas EMES: Montaña, Madre, Mitra y Monterrey. Nombra también, ahora con sordina, al rio Santa Catarina que es «como muerto que resucita y blande espadas de agua con furor que espanta».
Con la sagrada imagen de Nuevo León llenando su vida amante, el poeta, consciente de que somos parte de una extensión mayor, canta la belleza y la gloria de México, como en una nueva visión de Anáhuac. Y termina:

Concluyo ya el periplo de mis heredades,con infinito amor pongo el punto final de este canto a los campos, pueblos y ciudades del Gran Reyno de la Sierra Madre Oriental.

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Parte de las palabras pronunciadas en la presentación de la primera edición del libro Rapsodia del Nuevo Reyno de León (ISBN: 968- 6337- 01- 6) de Ernesto Rangel Domene, pronunciadas por Don Alfredo Gracia Vicente Q.E.P.D. en la Sala del Teatro Experimental del Teatro de la Ciudad, el 26 de Septiembre de 1989, obra que se incluyó dentro del programa de Homenajes a don Alfonso Reyes, con motivo del primer centenario de su natalicio.

Ernesto Rangel Domene
( 1936 – 2008 )

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La Empresa Regiomontana » CONAGRO «, patrocinó y obsequió a sus clientes y amigos en el invierno de 1993, el disco compacto; «Canto y Poesía» con poemas, música y voz de Ernesto Rangel Domene, Q.P.D. en el que El Oficial del Registro Civil, Caricaturista, locutor, animador y trovador Regiomontano; Don Ramiro Palacios, Q.E.P.D, escribió;

«EL AUTOR Y SU OBRA. Refinado, culto y talentoso el buen amigo Ernesto Rangel Domene, nació en Monterrey,N.L. México. Licenciado en Derecho y Notario Publico. Brillante profesionista, catedrático caballeroso. Domina el español,ingles y francés. Polifacético hombre de letras, estudio becado en la Universidad de Nueva York,N.Y. U.S.A. (Derecho comparado); en Francia dos años (Facultad de Letras de la Sorbonne, Paris); en Bélgica (Administración Pública). Ex-becario del Centro Mexicano de Escritores, México, D.F.; Ex- funcionario público de la Federación y de Nuestro Estado de Nuevo Leon, miembro fundador del Instituto de Administración Publica de Nuevo Leon,etc.»